Alta tecnología española: de chips para satélites a autopistas electrificadas

Cuando Diego Fernández se enteró de que los explosivos utilizados en los atentados del 11M de Madrid habían sido robados en una mina asturiana, su mente científica comenzó a reflexionar sobre cómo la tecnología podría ponerse al servicio de la sociedad y evitar este tipo de sucesos. En 2005, aquel pensamiento se convirtió en una realidad y patentó un microchip cuya finalidad es la localización de este tipo de material sensible para evitar su robo y mal uso. Así nació Arquimea, compañía española tecnológica que hoy cuenta con más de 250 empleados y que ha expandido su actividad hasta conformarse en un grupo consolidado con presencia en varios países como Estados Unidos, Alemania o China.

Su joven presidente asegura que el espíritu original continúa siendo el mismo: “Desarrollar tecnología para ayudar a la sociedad”, pero reconoce que el crecimiento y la expansión de la empresa en los últimos 15 años ha sido posible “gracias a que la mayor parte de los beneficios que obtenemos cada año los reinvertimos en I+D”. Actualmente, la firma dispone de cinco divisiones o unidades de negocio, centradas en industria aeroespacial, defensa y seguridad, movilidad, ciencias de la vida y ‘fintech’ (acrónimo inglés de tecnología financiera).

En el sector espacial, Arquimea está a la cabeza en el desarrollo de chips para satélites. Sus productos son vendidos “tanto a organismos como la Agencia Espacial Europea, como a iniciativas privadas de todo el mundo”, apunta. La clave es que se trata de un material electrónico “resistente a la radiación más allá de la ionosfera”. Entre los numerosos adelantos aeroespaciales que ha sacado adelante también se encuentra el denominado “músculo artificial”. Diego Fernández explica que “se trata de un material que se contrae cuando se le proporciona electricidad, lo que ha resultado ser muy útil para desplegar los paneles solares y las antenas de los satélites. Para mí es un orgullo poder decir que somos líderes mundiales en este sector”.

En ocasiones, los prototipos diseñados por Arquimea han superado su primer uso y se han convertido en algo aún más funcional. Un buen ejemplo de ello es “el dron con forma de águila real que concebimos hace unos años”. El fundador y experto aclara que “originalmente tenía la misión de ser una aeronave camuflada para combatir al enemigo en el campo de batalla, pero ahora funciona como una herramienta eficaz para espantar aves en aeropuertos y, de hecho, ya lo comercializamos como cetrería robótica”.

Gracias a bacterias capaces de digerir residuos de las granjas, Arquimea ha conseguido incrementar la producción de la industria porcina

Sobre una cuestión tan trascendental como el cambio climático, el fundador de Arquimea se muestra contundente: “Para solucionar este grave problema medioambiental, debemos trabajar duramente en un cambio de mentalidad”. Desde su punto de vista, “en la actualidad cualquier tecnología que se imagine debe ser sostenible. Esto no es algo puntual, sino que se trata de una necesidad básica”. En este sentido, su empresa puede presumir de participar en la construcción de “la primera autopista electrificada para camiones en el mundo”, a través de su área de movilidad, colaborando así en la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera. El sistema, puesto en marcha en Alemania, permite que los vehículos se ‘enganchen’ a una catenaria y circulen con electricidad, a la par que cargan sus baterías.

Continuando en una línea similar, esta vez en la unidad de negocio de ciencias de la vida, el grupo dirigido por Diego Fernández ha desarrollado un amplio elenco de tecnologías de gran alcance. “Quizá la más importante es la dedicada a aumentar la producción de la industria porcina, de la que España es líder internacional aunque mucha gente lo desconozca”. Arquimea trabaja con “unas bacterias capaces de digerir los residuos de las granjas —los famosos purines del cerdo—, reduciendo drásticamente la contaminación emitida por este sector y evitando los olores desagradables”.

Un dron con forma de águila que estaba destinado al ejército funciona actualmente como una herramienta de cetrería robótica

Sin embargo, los mencionados son solo algunos ejemplos de la actividad llevada a cabo por una empresa que también se ha volcado en la lucha contra la pandemia provocada por el coronavirus. “En los últimos meses, hemos impulsado la denominada Alianza Covid19, una iniciativa para hacer test PCR de forma masiva a la sociedad, colaborando con todo tipo de organizaciones y entidades”. Además, confirma que “este año vamos a apostar decididamente por la inversión en temas relacionados con la salud, gracias a Arquimea Medical, la nueva compañía que hemos creado para mitigar y paliar los efectos de las próximas posibles pandemias”. Para la creación de nuevos proyectos y nuevas compañías cuentan con el apoyo financiero de seis millones de euros procedentes del Fondo Smart de Banco Santander.

Respecto a la recuperación económica, tiene claro el papel que puede desempeñar su unidad de negocio ‘fintech’. “Kaudal es nuestra empresa dedicada a ayudar a las ‘startup’ a financiar sus proyectos de I+D a través del mecenazgo”. Destaca que, mediante esta herramienta, “se atrae el capital privado hacia pymes emergentes que necesitan avanzar en sus iniciativas”. Y añade que “en la actual situación, hemos observado que algunas ven peligrar sus centros de innovación por falta de apoyo. Nosotros podemos y debemos ayudarlas porque son la clave para terminar con esta difícil coyuntura”. Diego Fernández concluye subrayando que “el futuro de España pasa por recuperar su industria y, para ello, es fundamental apostar por la investigación y el desarrollo: es ahí donde Kaudal tiene un papel importante y puede servir para generar mucho empleo”.

Fuente: Elconfidencial.com (14/7/20) Pixabay.com

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