Estambul, la meca de los implantes capilares

Si ha visitado Estambul en los últimos años quizás le hayan llamado la atención los grupos de hombres que pasean entre la mezquita Azul y Santa Sofía o por la avenida de Taksim con el cráneo rapado y una banda en la cabeza. Algunos turistas inquieren si se trata de alguna extraña secta islámica. Pero no: son calvos. Hombres de todo el mundo que han acudido a la metrópolis turca a someterse a una cirugía que solucione sus problemas de alopecia.

Jordi, un joven barcelonés, no puede ocultar cierto nerviosismo. Está a punto de ponerse en manos del cirujano en un hospital de Estambul: “Es la primera vez… bueno, en realidad esto solo se hace una vez en la vida”. La decisión de acudir a Turquía ha sido largamente meditada. Es un país que no conoce, pero tras investigar los diferentes tratamientos y opciones en España —guarda numerosas hojas de documentación con las comparativas— se decantó por ello. “Ha hecho muy bien su trabajo”, sonríe orgulloso su padre. A sus 24 años ha perdido buena parte del cabello a causa de un medicamento que tuvo que tomar, pero tras ocho horas de operación en la que le extraen uno a uno los folículos capilares de la nuca para “plantarlos” en la coronilla y entradas, se muestra satisfecho. Si todo va bien, dentro de unos meses podrá presumir de nueva cabellera.

En los últimos años, Turquía se ha convertido en uno de los líderes mundiales de esta disciplina de la cirugía estética: en 2016 unos 65.000 extranjeros acudieron a sus clínicas para injertarse pelo. Proceden, en su mayoría, de países árabes, pero cada vez son más los europeos que se decantan por Turquía, especialmente italianos y españoles. Las clínicas turcas han abierto oficinas de representación en Madrid, Barcelona y otras ciudades españolas o trabajan con empresas intermediarias. La razón del atractivo de los hospitales turcos es fundamentalmente el precio, entre 2.000 y 3.000 euros por operación, que incluye un par de noches en hotel —algunos paquetes incluso alargan la estancia para que se pueda hacer turismo por Estambul— así como los transportes y un intérprete. “Los precios pueden ser cinco o seis veces menores que en cualquier ciudad europea o de Estados Unidos. El motivo es que no se trata de una operación que requiera de material costoso, sino sobre todo de capital humano, y al ser en Turquía los salarios más económicos, eso hace que disminuya el precio. Otro factor bastante importante es que hay mucha competencia y las empresas turcas ajustan al máximo el precio”, asegura Pau Vilanova, gerente de la empresa CapilClinic, que se dedica a llevar pacientes a Estambul: “Eso sí, las instalaciones y los equipos médicos están muy avanzados, a la altura de cualquier europeo”.

La cirugía plástica y la microcirugía han avanzado enormemente en las últimas décadas. Según el doctor Abdullah Etöz, del hospital Acibadem Bakirköy, tiene que ver con los numerosos accidentes laborales y heridas de guerra que deben tratar los hospitales turcos al cabo del año: “Además tenemos un gran número de profesionales jóvenes, bien formados y abiertos a las nuevas tecnologías”. El cirujano Zekerya Kul, que dirige su propia clínica añade otro motivo por el que los implantes capilares se han desarrollado hasta tal punto que las técnicas utilizadas en Turquía son más avanzadas incluso que las de EE UU: “El sector comenzó a crecer mucho por la demanda interna, igual que Rusia se ha especializado en la cirugía ocular e Irán en la rinoplastia”.

Es innegable que además hay un apoyo del Gobierno, cuyo objetivo es hacer de Turquía “uno de los tres mayores destinos mundiales del turismo sanitario en 2023”, afirma una fuente del Ministerio de Sanidad. Para ello, las empresas sanitarias turcas reciben subvenciones a la promoción y a la apertura de oficinas en el exterior. Cerca de 750.000 extranjeros acudieron en 2016 a Turquía a recibir tratamientos médicos que dejaron unos 5.000 millones de euros en el país. “La cirugía estética es solo uno de los muchos campos que trabajamos, sostiene Gökhan Izlisu, responsable para Europa del grupo sanitario Acibadem. «Desde hace 12 años, recibimos pacientes extranjeros, especialmente para tratamientos contra el cáncer y de fertilidad y en neurocirugía y trasplantes de órganos, porque tenemos convenios con los sistemas de salud de varios países», explica Izlisu.

Pero la gran competencia que existe entre las clínicas que ofrecen tratamientos contra la alopecia en Turquía —solo en Estambul hay más de 350—, tiene un lado oscuro. Se han registrado casos de clínicas que carecen de las condiciones higiénicas adecuadas o de operaciones realizadas por enfermeros o técnicos sin la preparación adecuada. «En Turquía es obligatorio que un cirujano esté a cargo de la intervención, lo contrario está castigado con penas de cárcel», advierte el doctor Kul. Aún así, hay empresas que alquilan habitaciones en grandes hospitales y llevan a cabo ahí las operaciones sin la supervisión de un médico. «Los pacientes creen que están bajo el paraguas del hospital pero no es así», prosigue el cirujano.

Este punto lo confirma una antigua empleada de una de esas clínicas «fantasma», que relata cómo, cada vez que una inspección de Sanidad acudía al hospital, se clausuraba completamente la planta donde se llevaban a cabo los implantes capilares para hacer ver que estaba vacía. «Hay empresas que reducen mucho el precio pero no cumplen con la normativa ni los estándares —opina Vilanova—, por eso recomendamos a los pacientes que no miren solo la variable del precio, sino que se asesoren muy bien antes de contratar la operación».

Fuente: Elpais.com (15/9/17) Pixabay.com 

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