Los cigarrillos electrónicos llegan al estanco

Los cigarrillos electrónicos se podrán comprar a partir de ahora también en los estancos. El Comisionado para el Mercado de Tabacos considera que este producto se encuentra entre los denominados “artículos de fumador” y por lo tanto estos establecimientos podrán comercializarlos sin autorización expresa de la administración, según ha avanzado Europa Press este lunes al mediodía. El Comisionado considera que estos productos se usan como un complemento o un sustitutivo del cigarrillo convencional y, por tanto, pueden venderse en los estancos.

El Comisionado para el Mercado de Tabacos, dependiente del Ministerio de Hacienda, evita por ahora entrar a regular un producto controvertido debido a la poca información existente sobre sus efectos y hace oídos sordos a las diversas peticiones de organismos y grupos políticos que exigen una normativa al respecto. “Es un cachondeo”, explica Francisco Camarelles, portavoz del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, que lleva desde hace meses reclamando que se regule el producto. “El Ministerio de Sanidad debe tomar cartas en el asunto”, añade, “con esta decisión solo se perpetua el problema”. Convergència i Unió (CiU) pidió el pasado viernes en el Congreso que se regulara la comercialización y consumo de estos cigarrillos, así como la elaboración, junto con las Comunidades Autónomas, de campañas divulgativas y educativas sobre su uso y las posibles consecuencias para la salud.

Así funciona un ‘e-cigarrete’

· Los cigarrillos electrónicos contienen una pequeña resistencia eléctrica en su interior que, al apretar un botón, calienta un líquido hasta generar el vapor que se aspira.

· Dicho líquido contiene agua, propilenglicol, gricerol, aromas (en función del sabor elegido) y nicotina. En muchos aparatos se puede escoger la cantidad de nicotina que se incluye en cada cigarrillo así como el sabor del vapor que se aspira.

· Los expertos consideran que tanto el gricerol como el propilenglicol, que son los componentes que generan el vapor, pueden llegar a ser cancerígenos.

· Algunos pitillos tienen baterías recargables y otros son de usar y tirar. Tienen una autonomía de uno a tres días en función del uso y de la batería de cada cigarro.

· Su precio oscila entre ocho euros para los de usar y tirar hasta los 70 que cuestan los más sofisticados y con mayor autonomía.

Desde el Ministerio de Sanidad se remiten a la futura directiva europea, cuya propuesta por parte de la Comisión fue modificada y aprobada por el Parlamento Europeo a principios de octubre. El Parlamento Europeo rechazó regular este producto como un medicamento –algo que temían las empresas que los comercializan debido a los numerosos requisitos que se impondrían en su producción y venta-, pero sí impuso restricciones equiparables al tabaco al prohibir que se anuncien o que lo usen los menores. Por lo que respecta a los espacios en los que se permite vapear –como se conoce al acto de fumar estos cigarrillos- el Parlamento Europeo deja esta decisión a los organismos de cada país. La directiva, considerada “permisiva” por algunos expertos consultados, se vio salpicada por la revelación, el pasado septiembre en The Observer, de documentos que prueban como la tabacalera Phillip Morris invirtió más de 140 millones de euros y dedicó a 161 lobistas a ralentizar y amoldar la aprobación de la directiva a sus intereses. La normativa, sin embargo, todavía puede modificarse ya que necesita la aprobación del Consejo Europeo y pueden pasar años hasta que la legislación española se adapte a ella.

El negocio de los e-cigarretes, como también se le llama a estos pitillos, está en auge. “El tema está en completa ebullición”, reconoce Camarelles. Las tiendas que venden este producto han proliferado en las grandes ciudades y ya forma parte del paisaje urbano ver a gente con uno de estos cigarrillos colgando del cuello o bien fumándolo en el metro. Su consumo se ha triplicado en solo dos años y algunos analistas de Wall Street auguran que en diez sus ventas superaran a las de los cigarrillos convencionales. Según la consultora Euromonitor, las ventas de e -cigarretes en Europa superaron los 500 millones de euros en 2012. Ante estas previsiones, todas las grandes tabacaleras han invertido cientos de millones de euros en comercializar sus propios cigarrillos electrónicos o bien han adquirido marcas que los fabrican.

Lo que todavía no está claro son sus efectos. Los estudios realizados hasta la fecha no han conseguido determinar lo perjudicial que puede ser para la salud el uso de este producto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó en 2008 que no está certificado que sirvan para dejar de fumar, el British Medical Journal advirtió de que pueden suponer una magnifica vía para retener el hábito de fumar entre los que se quieren desenganchar así como para resocializar el consumo de tabaco en espacios cerrados. La sociedad americana de neumólogos concluyó en un reciente estudio que el producto tiene efectos adversos para los pulmones y la capacidad respiratoria.

El sector está ahora pendiente del informe de la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) que será determinante para fijar la regulación que tendrá el producto en ese país. La publicación de este informe, prevista para finales de octubre, se ha retrasado debido al cierre parcial de la administración estadounidense hace unas semanas.

Fuente: elpais.com (28/10/13)

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