Las diez mayores obras de arte hechas basura

Ya es que no le respetan a uno ni los obreros de la construcción, pensaría para sí el artista británico Banksy al pasar delante del edificio del barrio de Prahran donde una tubería maestra pergeñada por operarios ha agujereado un grafiti que incardinó a la pared hace más de quince años. La pieza estaba valorada en 50.000 de dólares (más 39.000 euros), y fue destruida por accidente durante unas obras de reparación de un local en Melbourne.

He aquí las diez más grandes meteduras de pata de los Pepe Gotera y Otilio del arte por «limpiar la basura de los museos» a sabiendas de que todo lo que se exhibe en un museo puede ser sospechosa de ser una obra de arte:

2. La mugre de 800.000 euros de Kippenberger. Invierno del pasado año. Museo de Ostwall (Dortmund, Alemania). Obra: una precaria torre de 2,5 metros de altura edificada con tablas de madera de dudoso origen por el alemán Martin Kippenberger, que la completa con una artesa o palangana de goma negra colocada entre sus cinco pilares. La empleada de turno de guardia entiende que la sustancia clara en cuestión extendida en el borde de la palangana debía ser mugre acumulada desde su creación en 1987. Para que reluzca como los chorros del oro se afana tanto en cumplir con su obligación que las friegas que le propina a la pieza hacen desaparecer la mugre de Kippenberger. En conjunto, la pieza asaeteado por el colmillo afilado del estropajo estaba valorada en 800.000 euros.

3. La margarina de Beuys: En 1986, empleados de la Academia de Artes de Dusseldorf se afanan en dejar una pared como la patena que limpian un trozo de margarina que había creado Joseph Beuys: «Die Fettecke» («Esquina grasienta»). La pregunta es: ¿cómo pegó el genio a la esquina -tal como se ve en la imagen- la mantequilla, que no, no fue la usada por Marlon Brando en París. ¿Habría utilizado el chicle que Sir Alex Ferguson -manager del Manchester United- lleva masticando más de medio siglo?

4. Las cervezas vacías y los ceniceros repletos de Hirst. En octubre del 2001, Emmanuel Asare, empleado de limpieza en la galería de arte Eyestorm, ubicada en el centro de Londres, se topó al llegar a su trabajo, un miércoles por la manaña, con un fabuloso ejército de botellas de cerveza vacías, tazas de café y ceniceros repletos, malolientes y en los que no cabía ni una cerilla más, al pie de una escalera y un caballete. El pulcro Asare sospechó que allí se había celebrado una juerga de campeonato y que sus moradores se habían dejado la basura en el museo. Inmediatamente, como era su deber, arrojó pieza a pieza -cervezas, tazas de café y ceniceros repletos- al cubo de la basura. Se ganó una bronca de campeonato de sus jefes, que le informaron que lo que había «limpiado» era una obra de arte de… Damien Hirst

5. El desecho orgánico de Kapoor. En marzo de 2007, la Justicia británica cogió con las manos en la basura a una compañía de transporte a la que condenó a pagar una compensación de 600.000 dólares por arrojar a la basura un desecho orgánico. Rescatado de la escombrera resultó ser una obra del artista indio Anish Kapoor.

6. Basura come basura (Metzger). Ferragosto de 2004. Tate Britain, uno de los más célebres museos londinenses. En una mesa hay colocados residuos, pero falta una bolsa con más basura, que descansaba a sus pies. Su creador, Gustav Metzger, se da cuenta de que algo falta, piensa que alguien la ha robado y da la voz de alarma. Primero se piensa que alguien podría haberla robado. Pero se trataba de una copia de una instalación creada por el artista en 1960. Se descubre que una empleada de limpieza, en su celo profesional, trasladó esa bolsa de basura repleta de trozos de cartón y de periódicos viejos al depósito donde debía estar: el cuarto de basuras de la Tate. Echada de menos por su autor, Gustav Metzger, con el clarividente título de «Nueva creación de la primera presentación pública de un arte autodestructivo», baja a los sótanos de la Tate a rescatarla, pero allí considera que está demasiado dañada y la sustituye por otra.

7. Los autorretretes higienizados de Beuys. En 1980, Joseph Beuys presentó en una galería un baño muy sucio. Llevado por su celo profesional, un limpiador de la galería decidió que lo más conveniente era higienizarlos. Y quitó de la faz del arte toda la mugre..

8. La firma que salvó al corcho. En Galicia la artista Soledad Sevilla recordaba cómo en su visita al Museo de Unión Fenosa un corcho pintado de blanco se salvó de ir a la basura porque estaba firmado.

9. Arte a escobazos en la capilla. En San Domingos de Bonaval, Xosé Freixanes alfombró el suelo de la iglesia con unas figuras trazadas con polvo de pizarra y harina de arroz. El artista dejó un paso limpio para los fieles de la capilla del Rosario, pero a alguien no le pareció suficiente y amplió el paso a base de escobazos. La cofradía se disculpó ante el artista.

10. ¿Y qué fue de la escultura desaparecida Richard Serra en el Reina Sofía? El misterio prosigue sobre uno de los mayores escándalos artísticos ocurridos recientemente. ¿Cómo pueden esfumarse de un museo 38 toneladas de una escultura titulada «Equal- Parallel/Guernica-Bengasi»?

Fuente: ABC (31/5/12)
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