Las multinacionales estadounidenses declaran la mitad de su beneficio europeo en Irlanda

Las grandes economías europeas tienen un enorme sumidero tributario en un puñado de países que prefieren la competencia fiscal a la cooperación entre socios. En 2018, el último año para el que hay cifras, las multinacionales estadounidenses declararon casi la mitad de sus beneficios obtenidos en la UE a través de sus filiales irlandesas aprovechando así sus cuantiosas ventajas impositivas, según los datos recién publicados por la Oficina de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés). El 47% de las ganancias declaradas en Europa por grandes compañías estadounidenses —y el 17% de los de todo el mundo (EE UU al margen)— fueron anotados en las cuentas de esas filiales en el país del trébol: casi 98.000 millones de dólares (83.000 millones de euros) que deberían pagar impuestos en otros países del bloque europeo. Las multinacionales estadounidenses declararon el 52% de su beneficio fuera de su país a través de filiales radicadas en jurisdicciones de fiscalidad laxa.

Irlanda es uno de los países europeos que más tajada ha sacado de la fiscalidad ventajosa para atraer el interés de las multinacionales y que se establezcan en la isla. Lo hace, básicamente, a través de esquemas que permiten a estas empresas declarar a través de sus filiales irlandesas —sujetas a gravámenes bajos— beneficios obtenidos en última instancia en otros países del club comunitario en los que la tributación de las ganancias es mucho más onerosa. La práctica es especialmente sencilla en el caso de los negocios digitales, en los que no es necesario tener presencia física en un país para desarrollar tu negocio en él.

“Irlanda ofrece unos tipos impositivos muy bajos a las multinacionales, en algunas ocasiones, como he visto en el caso de Apple, cercanos al 0%”, subraya Gabriel Zucman, profesor en la Universidad de Berkeley, en conversación con EL PAÍS. “Y, como también tienen actividad en la propia Irlanda, el movimiento de beneficios [obtenidos en otros países] es menos sospechoso que en pequeñas islas poco pobladas como Bermudas [que sí ha figurado hasta hace bien poco en el listado de paraísos fiscales de la UE]”, agrega el también autor de La riqueza oculta de las naciones (Pasado y Presente, 2014).

Para identificar casos flagrantes de transferencias de beneficios entre jurisdicciones con el objetivo de pagar menos impuestos, el economista francés echa mano de un cálculo de lo más sencillo: comparar el coste de los trabajadores que tiene una empresa en un país y las ganancias que declara en él. Y las cifras son concluyentes: por cada dólar gastado en salarios en Irlanda, las multinacionales estadounidenses lograron nueve de beneficios. Las cifras que arroja el mismo cálculo para España, Alemania o Francia son radicalmente distintas: por cada dólar gastado en salarios solo lograron unas ganancias de 0,5, 0,2 y 0,15 dólares, respectivamente.

Con todo, el caso irlandés no es único. Algo muy similar ocurre con otras naciones europeas que acarrean a sus espaldas con un historial igualmente marcado por un comportamiento fiscal más que dudoso: Países BajosLuxemburgo y Bélgica, entre otros. Todos ellos se han visto envueltos en los últimos años en investigaciones de la Comisión Europea por supuesto trato de favor a compañías como AppleAmazonStarbucks o Fiat. Y todos ellos figuran bien arriba en la lista publicada por la BEA: las filiales de empresas estadounidenses en Países Bajos acapararon el 14% del beneficio total obtenido en Europa (29.000 millones), las radicadas en Bélgica casi el 4% (7.800 millones) y las de Luxemburgo cerca del 3% (5.800 millones). Cifras mucho más altas de lo que dicta su PIB.

En 2018, el ejercicio al que corresponden los datos recién publicados en EE UU, el entonces comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios reprendió duramente a un grupo de países —la propia Irlanda, Países Bajos, Bélgica, Chipre, Hungría, Luxemburgo, Malta— por sus prácticas “agresivas”. Tienen, decía Pierre Moscovici, el potencial de debilitar la justicia y la igualdad de condiciones en nuestro mercado único e incrementan la carga sobre los contribuyentes europeos”. Ninguno de ellos está incluido en las listas internacionales de paraísos fiscales, pero algunos especialistas, como Zucman, los señala sin ambages como tales.

“Irlanda, como Países Bajos y Luxemburgo, es un paraíso fiscal superagresivo: no solo tiene un tipo de general de sociedades mucho más bajo [12,5%, la mitad que en España], sino que en la práctica muchas veces se queda en mucho menos”, completa Susana Ruiz, responsable de Justicia Fiscal de Oxfam Internacional. Con tantas ventajas, dice, son “muchas” las grandes empresas que están incluso “trasladando buena parte de sus operaciones de paraísos fiscales tradicionales como las Islas Vírgenes o algunos del Caribe hacia estos paraísos fiscales legitimados, que no son considerados como tales pese a serlo”,

Aunque tanto la Comisión Europea como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han puesto el asunto en su lista de prioridades, la sensación generalizada es que —de conseguirse— aún pasarán muchos años hasta que se desmonte el queso gruyère en el que se han convertido los esquemas de tributación internacional. “[Donald] Trump está bloqueando la iniciativa de la OCDE y en la UE los avances son pequeños”, cierra Ruiz. Mientras, la fuga diaria de dinero de las arcas de los países europeos (y no europeos) que no participan de esta competencia fiscal seguirá siendo millonaria.

Fuente: Elpais.com (23/8/20) Pixabay.com

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