Los Estados Unidos de Europa van tomando forma…

united_states_europe-1024x544Como ya hemos venido avanzando en “El proyecto secreto del Superestado Franco-Alemán y en “Ya está aquí la UE a dos velocidades“, cada vez son más las voces que hablan abiertamente del proyecto del núcleo duro de Europa. Además, dichas voces no son meros rumores en prensa de fuentes dudosas, sino que son tan significativas como los ministros de exteriores de Francia y Alemania, o el representante elegido por el Parlamento Europeo para tratar los temas del Brexit -el mismísimo ex-primer ministro belga Guy Verhofstadt.

Como dice en este artículo, Verhofstadt ha definido este mes los 6 puntos en los que se debe basar el nuevo superestado europeo. El timing para comenzar a trabajar en esa dirección lo ha establecido en tan sólo 6 meses, acotando muy mucho el periodo de diversos años del que hablaban algunos. Y es que el timing del Brexit, sea éste más o menos ágil, precipitará el camino hacia la creación de unos verdaderos Estados Unidos de Europa, donde un núcleo duro de países convergirán cediendo la práctica totalidad de su soberanía en temas como el ejército, un FBI conjunto, un gobierno con tan sólo un presidente y una docena de ministros, etc.

El documento de los ministros de exteriores franco-alemanes, Ayrault-Steinmeier, lo decía bien claro. Y esta crónica de Bloomberg así lo confirma: La huída hacia delante de la UE en formato de una Europa “core” y un grupo de países periféricos “asociados” es un hecho. No obstante, el lenguaje oficial que se utiliza es mucho más suave para no provocar terremotos mercantiles. Así, se proclama que la inclusión de diversos países en este núcleo duro que originarán los EE.UU. de Europa será “voluntaria”. Es decir, que no se expulsará a nadie que pertenezca ya a la UE y desee entrar en este grupo a cambio de ceder su soberanía. Pero la clave está en que los requisitos para poder materialmente pertenecer a este selecto club serán macro-económicos… y evidentemente, con la iglesia hemos topado. O mejor dicho, los países periféricos son quienes se van a topar con criterios económicos “troikanos” donde los haya.

Y es que en los Estados Unidos de Europa no van a caber, por definición, los países que necesiten políticas monetarias laxas y por tanto incompatibles con las necesidades de las economías del norte. O sea, que el discurso oficial es que en los EE.UU. de Europa se entrará voluntariamente, siempre que las circunstancias económicas de los aspirantes sean compatibles y concordantes con las del núcleo duro del superestado -léase Alemania, Francia, Benelux y ya veremos si entra Italia a martillazos o también se queda fuera. Es decir, algo parecido a la famosa respuesta de Henry Ford cuando implementó la primera fábrica de coches en serie y le cuestionaron si dicho sistema permitiría elegir distintos acabados: “El cliente podrá elegir el color que más le guste para su automóvil, siempre que sea el negro.”

Las consecuencias de estas dos nuevas Europas serán tremendas y diversas: De tipo migratorio, fiscal, político, pero sobre todo económico. Y es que a nadie se le debería escapar que dos Europas a sendas velocidades precisan de dos políticas monetarias con dos divisas diferenciadas. Quizá se llamen ambas Euros como nostálgico recuerdo eufemístico, pero dependerán de bancos centrales diferenciados, tendrán tipos de interés distintos y cotizaciones muy dispares. Tan dispares como la marcha de sus economías, lógicamente.

Ya lo advierte Verhofstadt en el punto 4 de su relación de medidas a tomar: “Set up a central Brussels Treasury”. Ahí es nada, una autoridad monetaria distanciada del actual BCE. Un BCE que probablemente persistirá a los efectos de ejercer de bombona de oxígeno para la Europa periférica, con sus consiguientes medidas extraordinarias y depreciaciones monetarias. Aquí cabe recordar que quien ha planificado la creación de este “Treasury” en Bruselas es nada menos que el ex-Primer Ministro de Bélgica y el flamante representante del Parlamento Europeo para el Brexit!

La depreciación que va a sufrir el Euro actual, fruto de esa ruptura monetaria, es la que los inversores deben evitar a toda costa. Y para ello hay que tomar una serie de medidas que ya venimos anunciando desde hace algunos años, puesto que hace mucho tiempo que preveíamos que en algún momento la moneda única iba a dejar de serlo. La situación monetaria en Europa se va a complicar tanto que no sólo va a ser crucial qué tipo de activos tenemos en nuestras carteras -incluyendo inmuebles…-, sino también desde qué vehículos de inversión gestionamos nuestros ahorros, y también otras variables como la localización o titularidad de los mismos. Y todo ello hay que hacerlo desde la más estricta seguridad, legalidad y transparencia fiscal, obviamente.

En definitiva un rompecabezas que sólo algunos inversores muy bien asesorados lograrán resolver a tiempo. Para el resto, despistados y/o incrédulos, sus inversiones y ahorros perderán tanto o más valor y poder adquisitivo como la propia divisa que nos quede, llámese Euro o no, a los países que lamentablemente no podremos formar parte de ese núcleo duro de los EE.UU. de Europa.

Fuente: Gurusblog.com (21/9/16)

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